Il était une fois, une fois!

Il était une fois, érase una vez…un pequeño país al norte de Francia. No, no os voy a dar una clase de geografía ni voy a empezar un cuento. Sólo voy a tratar de hablaros un poco del país donde nací y viví hasta mis 23 años; Bélgica. Si Jacques Brel, el chocolate belga, Eddy Merckx y Tintin os suenan, ya vamos bien!

                                                            Bruselas (capital belga)

Para empezar me parece necesario comentar que la Belgique, aun siendo un país pequeño, puede llegar a ser bastante enrevesado. Desde su creación y con los años nos hemos vuelto profesionales en complicar las cosas simples y parece que se nos da bien! ¿Os podéis creer por ejemplo que Bélgica es 16 veces más pequeño que España pero es una monarquía, también un estado federal y está compuesto por 3 regiones distintas a las 3 comunidades? ¿Que tuvimos hasta poco el record del periodo más largo sin gobierno central (año y medio)? ¿Que se habla una tonelada de lenguas sobretodo en Bruselas, y entre ellas, 3 idiomas oficiales; el francés, el holandés y el alemán?! Que uno de los lugares emblemáticos del país es un monumento hecho con 9 bolas representando un átomo. ¡Y que otro símbolo de Bélgica es una estatua de 20 cm de altura de un niño meando! Oui oui! Ja ja! No, no sólo me estoy riendo, “ja” es “oui” en holandés.

                                                             Chocolateria en Bruselas

Hablando de idiomas; en la región norte del país hablamos flamenco (holandés), en el sur on parle français (se habla francés) y en una zona limítrofe de Alemania se habla alemán. Yo soy de Bruselas, la región del medio y la única oficialmente bilingüe. Me suelen preguntar: ¿habláis el mismo francés que en Francia? Voy a contestar cómo hacemos los belgas, complicando todo: “sí por supuesto, pero no siempre.”

Sí, usamos la misma gramática y vocabulario. O sea puedes ir a Bélgica tranquilamente hablando el mismo francés que has aprendido en Olafrance y hablado en Francia, ¡ te vamos a entender! Y porque “no siempre”? Por los acentos, más o menos fuertes de los distintos rincones de la región francófona, pero eso pasa en la mayoría de los idiomas. Llevándolo al extremo, podemos imaginar un belga de las Árdenas teniendo dificultades en comunicarse de forma fluida con un francés de Marseille y su fuerte acento. También porque las palabras  cambian a veces de un lado al otro de la frontera franco-belga. Un objeto tan común como una toalla cambia a ser “une serviette” para los franceses a “un essuie” para los belgas. Por lo que si pides une serviette en Belgique te van a traer una servilleta de papel..! De la misma manera, por la pronunciación de la “w” de “wagon” (vagón); en Bélgica diremos lo que sonaría “uagon” en castellano mientras en Francia se pronuncia “vagon” con la “v” de “vin”. Y por los números, ¡sobretodo! Los famosos rompecabezas “soixante-dix” et “quatre-vingt-dix”, se reemplazan en Bélgica por los más sencillos “septante” y “nonante”. Cabe comentar que en Suiza incluso dicen “huitante” en vez de “quatre-vingts”!

Para acabar con lo que había empezado, el título de esta columna no sólo podría ser la introducción de cualquier cuento, sino que también es el título de una comedia francesa sobre los belgas y sus estereotipos, reflejando así la relación especial y chistosa que existe entre ellos. Pregúntale a un francés bromas sobre los belgas y al revés, y verás que nos tomamos el pelo con amistad. Concluiré entonces explicando ese título repetitivo: se suele decir que los belgas usan la expresión “una vez”, “une fois” (pronuncia como el “foie”, ver la columna de Bea El puturrú de foie) al final de muchas de sus frases. Yo os digo un secreto: realmente no lo usamos apenas ¡pero nos encanta hacer pensar que sí!

Juin 2019

Virginie

Algunos sitios bonitos de Bruselas

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